Ya no hay nadie que pueda detenerla. La moda de los roguelikes es imparable y se ha acomodado desde hace ya bastante tiempo en la práctica totalidad de los formatos. Un género que hace unos años era más bien secundario (y hasta marginal) que ha pasado a copar el interés de los desarrolladores, sobre todo de los estudios indies. Por eso mismo nos encontramos ante una saturación total en la que cada vez cuesta más destacar y ofrecer algo que nadie haya hecho antes. En el caso que nos ocupa, Sword of the Necromancer, se trata de más o menos lo de siempre que únicamente posee un as en la manga el cual además, y en la práctica, tampoco es que sea tan original ni, tampoco, aporta un interés especial a las partidas, al menos en nuestra opinión.
Pero antes de entrar en detalle a analizar los pormenores que rodean al desarrollo de esta obra, vamos a repasar un tanto su narrativa así como a su protagonista: Tama. Esta joven es la heroína a la que controlamos, una chica dura que acepta asumir el papel de guardaespaldas de una princesa de buena cuna llamada Koko. En la atractiva escena de animación que sirve para ponernos en antecedentes antes de controlar a Tama, nos enteramos que Koko ha perdido la vida durante el transcurso de la misión.
Y precisamente ahí comienza nuestra odisea, que no es otra que tratar de traer de vuelta el alma de la novia de Tama. Pero para eso es necesario recorrer unas mazmorras infestadas de monstruos de todo tipo, algo que ya hemos realizado hasta la extenuación en numerosos títulos precedentes.
Mazmorras y resucitaciones
Estamos ante una aventura de estilo roguelike y dungeon crawling que nos anima a recorrer un buen número de mazmorras que se van generando de manera aleatoria y que permanecen en la penumbra hasta que las exploramos. Unos escenarios demasiado básicos y poco atractivos que están repletos de criaturas bastante feas que debemos ir eliminando. Para ello podemos echar mano de un arsenal más que generoso al cual es posible ir teniendo acceso a medida que recorremos los decorados y damos con los cofres que allí se encuentran. Lanzas, espadones, ballestas y demás armamento nos permiten ir acabando con unas y otras bestias, armas que suelen presentar sus atributos únicos: poder, rango de ataque, afinidad a algún elemento básico (luz, fuego, etc.). Y conforme avanzamos, es posible ir potenciándolas en el lugar apropiado que se encuentra cerca del altar donde se halla el cuerpo de la novia de la protagonista.
Y debemos tener cuidado de cómo vamos equipados porque, si perecemos en el interior de la mazmorra de marras, perderemos todos los objetos que llevemos encima y la mitad de la experiencia acumulada. Eso sí, por lo menos es posible administrar las armas y objetos en un baúl, detalle fundamental para evitar más frustraciones de las necesarias. Y como detalle final, el juego también es capaz de leer códigos IR que nos permiten canjear nuevos objetos, una curiosidad más que otra cosa. Sin embargo y una vez explicado todo esto, se supone que la gran baza que posee este título tiene que ver con la espada que da nombre al título y que porta Tama. Gracias a ella es posible revivir a los monstruos que eliminamos para que, acto seguido, peleen a nuestro lado. Y conforme lo hacen, estos van ganando experiencia y poder. Una idea que no está mal integrada pero que, siendo honestos, ni es la primera vez que es posible disfrutar de la ayuda de este tipo de aliados en un título ni, tampoco, aporta demasiado al desarrollo del juego en general.
Lo que sí que arroja algo más de gracia es el tema del modo cooperativo local a dobles, opción que se habilita una vez acabamos con el primer jefe final, el cual nos permite crear una copia de la protagonista para que sea controlada por el segundo jugador. Por lo tanto, se trata de un título que puede resultar ameno y hasta enganchante para los que disfrutan con este tipo de aventuras. Pero también es preciso resaltar que ni es el mejor exponente (ni de lejos) del género y que tampoco aporta gran cosa a este estilo de producciones. Eso es, porque las acciones que puede realizar Tama son las que todos imagináis (atacar, efectuar esquivas y dashes, ejecutar combos básicos y poco más), el nivel de dificultad es tan desafiante como suele ser habitual en el género y, además, técnicamente tampoco nos ha convencido.
Como también empieza a ser una norma demasiado habitual, el título recurre al pixel art para representar todo lo que tiene que ver con su aspecto visual. A nosotros nos encanta este tipo de estética retro, pero también es verdad que en esta ocasión el resultado no es que sea el mejor que hemos observado en título alguno de esta misma naturalezaVenir de Tragamonedas Gratis Online. Los sprites nos han parecido muy insulsos, hasta el punto de que algunos monstruos son hasta sosetes. Un calificativo que podemos emplear para calificar la apariencia que muestran los escenarios, que son tan predecibles y vacíos como poco interesantes en general. El apartado sonoro se muestra algo superior, con un doblaje dual en inglés y japonés (con textos en español) y melodías meramente ambientales que acompañan bien la acción.
Un roguelike entretenido, pero poco más
Un nuevo exponente de los juegos de estilo roguelike (y dungeon crawler) aterriza tratando de ofrecer una idea más o menos atractiva sobre la que gira el título, que no es otra que el hecho de poder invocar a criaturas caídas para que peleen junto a nosotros. Sin embargo, no es la primera vez que es posible pelear junto a monstruos que usamos como aliados ni, menos todavía, termina de insuflar algo de frescura a un estilo que está demasiado visto en los últimos tiempos. Tal es la cantidad de juegos similares que han aparecido en los últimos meses que casi hasta cuesta distinguir unos de otros, y en este caso Sword of the Nicromancer no consigue tal objetivo. Sin embargo y a pesar de eso es un título interesante siempre y cuando te gusten mucho este tipo de ofertas.
Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código proporcionado por Plan of Attack .